Los ojos le brillaban con lágrimas de rabia. 
—No tienes derecho a decirme eso, (...). Tú no me conoces. 
—Dime que estoy equivocado y me iré. ¿Le quieres?
Nos miramos un largo rato en silencio.
—No lo sé —murmuró por fin—. No lo sé.
—Alguien dijo una vez que en el momento en que te paras a pensar si quieres a alguien, ya has dejado de quererle para siempre —dije. 

La sombra del viento, Carlos Ruiz Zafón

Y era cierto, no quería a aquel joven rebelde, y lo peor, no se quería a sí misma. Aquellas sinceras palabras retumbaron en el vacío de su cuerpo durante días, convirtiéndose el eco de su agonía en alimento de su frágil figura y el llanto de sus pensares en combustible de su mirada. Se sentía sola y hueca y, sin embargo, aquel estado de autocondena era mucho más de lo que antes podía esperar de sí...y se dio cuenta, ¡era el precio de la libertad lo que estaba pagando! Entonces, comenzó a sentirse leve en lugar de vacía, extraordinariamente versátil y capaz en lugar de quebradiza y débil y transformó el dolor y el sinsentido en un envidiable arsenal de posibilidades: allí donde se posaran sus ojos aflorarían brotes de talento y con sólo respirar tranquila y profundamente conseguiría ser aquello que soñaba y que hoy es, arte en sí misma. 



Modelos y Fotografía: Yasmin Ferreras
(…)

¡Oh rebelde!
Gritas contra la indiferencia,
sufres, por la patria,
de los sumisos en la rutina,
ciegos, ante la vida. 

¡Oh rebelde!
Abres tus ojos buscando la verdad
después de escuchar mentiras,
que te quisieron enseñar,
te abres al mundo, a la realidad.

(...)

¡Oh rebelde!
Contra el sistema combatiendo,
eres una herida que supura rabia,
la cicatriz que aguanta sin aliento,
ejemplo de lucha diaria. 

(...)

Rebelde, Jorge Avante

Sunset of Burgos
   
Que sí, que suena utópico y fantasioso, pero esto lo había soñado; una y otra vez, dormida y despierta, lo imaginaba. El cielo se teñía de rojo, el ambiente se volvía cálido hasta quemar, las calles olían a rabia y los árboles y el río gritaban hasta enmudecer. A nadie le era indiferente, todas las miradas se hacían infinitas y los puños cerrados con fuerza temblaban de incertidumbre y pasión. Y todo, a la sombra de una majestuosa catedral que, solemne y con orgullo, alentaba aquella rebelión. Por fin, ha ocurrido, nos hemos decidido a pensar, nos hemos atrevido a hablar y ahora nos aventuramos a cambiar. 



Fotografía: Yasmin Ferreras

Desde entonces, dejó de madrugar, dejó de controlar cada minuto, dejó de hacer todo y nada por rutina, se dejó a sí mismo. Se pasaba las horas mirando desde su ventana cómo el resto del mundo seguía funcionando, cómo el murmullo de las calles no se había contenido por su falta, cómo todo seguía exactamente igual, pero sin él. Ya no había nada que le obligara a levantarse por las mañanas...lo único que le empujaba a seguir su día a día era la curiosidad por aquella joven.
Todos los días, en algún instante, sabía que la vería pasar cargada de libros viejos, con una guitarra a cuestas o con una cámara en la mano; se sentaría allí donde el cuerpo la parase y se pasaría las horas leyendo, cantando, bailando, o, simplemente, contemplando el cielo hasta dormirse. No era más que una niña para él un hombre solitario y descuidado que sentía no tener nada que ofrecer al mundo—, pero llegó a creer conocerla, a sentir el olor de su pelo, incluso, el sabor de sus labios. Y parecía tan segura y tan feliz.


Nunca habría hecho aquello en otra circunstancia, pero estaba muy cansado de su nueva vida: se despertó temprano, se afeitó y se dio una ducha fría, salió de casa y la esperó. La esperó horas, pero sabía que llegaría, y llegó. Ella, como si nada, se sentó a su lado y le miró fijamente; él, nervioso, le preguntó: —¿Cómo lo haces? Ella, sin titubear y como si supiera lo que aquel hombre necesitaba oír, le dijo:

(…)
hay que ser único en la muchedumbre, 
hay que ser hombre o mujer según el caso, 
hay que evolucionar, crecer en cada paso. 
Hay quien ejerce su derecho a las ataduras, 
más para mí es obligación vivir sin mesura, 
hay que perder las composturas, 
y notar que la vida se nos sale por las costuras.
(…)

Libertad, Kase O



Modelo: Marilyn dos Santos 
Fotografía: Yasmin Ferreras