Aquella tarde, armada de valor, se lanzó a la calle y corrió sin pausa con la única meta de chocar con él. Aunque aturdida por el deseo y la incertidumbre, se mantuvo firme y viva hasta que, por fin, la profunda y cálida mirada que tanto ansiaba se interpuso en su camino. Quietos, frente a frente, ambos pensaron: ―No podré mantenerme mucho más tiempo así, imperturbable, sin acariciar sus labios. Es como si oyera el batir de alas de los cuervos y sintiera el aliento del frío en la nuca, pero no pudiese ver el paisaje; como si me quemara la lengua con café amargo y el cremoso olor siguiera incrustado en mi garganta, pero no pudiese saborearlo; es…como si quisiera morir de amor, y no quiero.








Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
hoy llega al fondo de mi alma el sol,
hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado...
¡hoy creo en Dios!

Rima L, Gustavo Adolfo Bécquer



Fotografía: Yasmin Ferreras
MUA&Hair: Ana Marcos
Estilismo: Mariela Gomanci





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