Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando.

Pablo Ruiz Picasso

Se han pagado los ojos marrones, mis zapatos de tacón ya no brillan, se han secado las notas de las canciones, las casas abandonadas han encontrado dueño, se han escurrido las palabras entre los vértices de los libros y las faldas de las estudiantes ya no tienen cuadros porque los han perdido...como yo he perdido la inspiración, y no sé dónde.

Siento un martilleo en la sien, intenso y abrasador; vivo fatigada por un constante bochorno, asfixiante y nauseabundo; tengo nublado el pensamiento por un telar inexistencia, negro y triste. No puedo ver más allá, no puedo respirar profundo, no puedo pensar con claridad. Y de esto hace ya una semana.

Es como jugar al fútbol sin balón, como pretender cantar sin voz, como querer amar sin dolor. Porque la inspiración no entiende de horarios ni calendarios, la inspiración no escucha ni responde, la inspiración simplemente aparece y desaparece. Y sin embargo, aquí estoy, tratando de luchar contra lo impenetrable: el vacío más absoluto.


Dicen que era las veces una niña dulce e inocente y, cuando no, una mujer madura y grandilocuente; dicen que olía a metáfora y sinestesia y que sonaba a realidad sazonada con azúcar y limón; pero sobre todo, dicen que sabía a romanticismo y pasión.

He perdido la inspiración, y no sé dónde. Si la ves dile que vuelva, y que si vuelve, “que me encuentre trabajando”. 


Fotografía: Yasmin Ferreras

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